La construcción de chalés en los acantilados de Xàbia ha provocado que se cerraran muchas de las sendas de las antiguas «pesqueres». Ahora varios propietarios de esos chalés han recuperado a su manera las pesqueres y las han convertido en accesos privados al mar.
En Xàbia todavía hay quien mantiene viva la tradición de bajar por estrechas y sinuosas sendas, escaleras de madera y cuerdas hasta la base de los acantilados y pasar allí la noche pescando. Pero la tradición de las «pesqueres de cingle» cada vez choca con más obstáculos.
Los aficionados a esta peculiar modalidad de pesca topan, primero, con la dificultad de llegar a las sendas tradicionales. Los chalés y las vallas de las parcelas han cerrado muchas de ellas. Además, los propietarios de esas viviendas han construido ahora en las antiguas sendas escaleras de obra que les permiten acceder desde sus chalés directamente al mar.
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