De pequeño, Ángel Fenoll recogía la basura en el carromato de su padre. Ahora es dueño de un imperio adornado por 16 tigres y tres leones, hipopótamos, osos, vacas escocesas, burros de Afganistán y un gorila llamado Paco cuya principal habilidad es lanzar con mucho tino sus propios excrementos. Durante años, Fenoll, un empresario de Orihuela afín al PP, ha ido grabando todas las conversaciones comprometidas que mantenía con sus mentores políticos y justo ahora -en pleno auge de la corrupción inmobiliaria- las está sacando poco a poco, dejando al descubierto que lo sucedido en Marbella no es más que la versión glamourosa de un sistema muy extendido de corrupción en el que, bajo distintos nombres, se repiten idénticos personajes: el político que se vende a cambio de maletines, el especulador que paga a precio de oro la recalificación de sus terrenos, el constructor que soborna a quien aumente el volumen de edificación, el funcionario que avala con su firma todas esas prácticas fraudulentas... Al sentirse abandonado por los dirigentes del PP, para quienes en el pasado compró votos y hasta falsificó facturas, Fenoll está lanzando con mucha precisión toda la basura que ha venido grabando durante años. Es su manera de blindarse, de sentirse más seguro. Como Paco, el gorila, en su jaula.
-Nati, saca una bandeja de pasteles para estos señores.
Fenoll no es de los que se esconden. Hay quienes, una vez alcanzado cierto poderío económico o social, corren a borrar el pasado que les estorba. Él, en cambio, se enorgullece de su estirpe gitana, de haber juntado más de 200 animales salvajes en su planta de vertidos y hasta de llevar toda la vida en el negocio de la basura sin haber conseguido decir la palabra residuo sin comerse la u. "Tengo bisontes americanos, hipopótamos de 1.500 kilos, alces, zorros y hasta mofetas operadas para que no huelan". Tampoco se esconde de la manera en que de unos meses para acá está intentando blindar sus intereses.
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