Mariano Rajoy es como una espiral que no cesa. Es cierto que ya no puede sorprender a nadie, aunque algunos insistan en seguir presentándolo como un líder moderado. Su última ocurrencia es la sorprendente afirmación de "Presidente del Gobierno no representa al Estado".
El Partido Popular nunca terminó de reconocer los resultados electorales; su posición del no permanente le lleva a una postura más extrema cada día. Ahora, porque la estrategia precisa de otra vuelta de tuerca diaria, afirma que “Zapatero se estará representando a sí mismo, al PSOE o al Gobierno de España, pero en ningún caso al Estado”. Igual es el calor, pero de un tiempo a esta parte parece que se le derriten las entendederas o lo que es peor, se muestra tal como es.
Hace unos días nos regaló otro de sus singulares juegos de palabras: “¿Y cuando se puede hablar con Batasuna? Pues cuando desaparezca ETA y se convierta en un partido legal. ¿Y cuándo será legal Batasuna? Cuando ETA se disuelva” Tenía entendido que la legalización de cualquier partido político era competencia de la justicia y también confiaba en una cierta separación de poderes pero, ¿y D. Mariano?
Seguramente no habrá que recordarle al líder popular lo que dice el texto constitucional que tanto proclama defender pero igual tendría que explicar cómo interpreta los artículos 1.2, 97 o el 98.2. También tendría que explicar qué significa exactamente ese no reconocimiento porque suena mal Mariano, muy mal, y nos retrotrae a pasajes históricos que seguro la inmensa mayoría de los ciudadanos no estamos dispuestos a no repetir.
Un 23 de febrero alguien, de infausto recuerdo, escenificó la ultima intentona golpista; sus palabras de hoy, D.Mariano, están cargadas con la misma munición antidemocrática.
Vía unocualquiera
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