Rajoy se lo preguntó a Zapatero en la sesión de control del 19 de octubre de 2005: “Opinión del Gobierno sobre si se está dando respuesta a los problemas reales de los españoles”. La pregunta parecía un poco tonta –lo normal es contestar que sí- pero encerraba dos dificultades añadidas. La primera era determinar cuáles eran esos problemas reales; la segunda, averiguar qué entendía Rajoy por “los problemas de la gente”. Cabría pensar que cada miércoles en el Congreso Rajoy, como un certero barómetro ciudadano, ha puesto el dedo en la llaga de esos problemas, en el entendimiento de que lo que preocupa a la gente desazona al líder de la oposición. El resultado es el siguiente: los dos grandes problemas de los españoles son, por este orden, ETA en sus distintas variantes (Batasuna, negociación, rendición) y el Estatuto de Cataluña.
De las 51 preguntas formuladas por Rajoy a Zapatero desde mayo de 2004, no menos de diez han tenido como argumento el terrorismo y a Batasuna y otras tantas se ha centrado en el ‘problema catalán’. ¿Cuántas veces ha preguntado Rajoy por la inmigración? Dos. ¿Por el problema del agua? Una. ¿Por la vivienda? Una. ¿Por la educación? Una. ¿Por el empleo? Una, y en octubre de 2004. El resto versan sobre asuntos exteriores (3), economía (reforma fiscal, Presupuestos, operaciones empresariales...) y Justicia (3), fundamentalmente. En consecuencia, dos son los grandes problemas, porque uno no va a dudar a estas alturas del olfato del presidente del PP. El resto, o son problemillas o son irreales o no son problemas de los españoles.
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