"Corromper es alterar y trastocar la forma de algo". El portavoz socialista en Valencia, Rafael Rubio, recurrió ayer a esta definición del verbo "corromper" para explicar su visión sobre la operación de Tabacalera. El edificio y 14,3 millones de euros han pasado a manos del Ayuntamiento, del PP, a cambio de permitir que el grupo Ballester construya 420 viviendas tras derribar dos naves laterales de la fábrica y un edificio municipal. La empresa obtendrá beneficios de entre 200 y 250 millones de euros, el triple de lo invertido en la operación. "Esto es una alteración de las cosas para que alguien se beneficie", aseguró Rubio.
El pleno del Ayuntamiento de Valencia aprobó en 2001 que el complejo industrial de Tabacalera construido para la Exposición Regional de 1909, ejemplo del modernismo valenciano, mantendría su nivel de protección como edificio histórico y se destinaría a usos administrativos o culturales. Cinco años después, la fábrica de tabacos se ha convertido en un negocio multimillonario para dos empresas.
La antigua propietaria, Altadis, vendió la mitad por 7,9 millones de euros al grupo Ballester en 2002, y cuatro años después, cerrado el pacto con el Ayuntamiento, ha cobrado a la inmobiliaria 52 millones por el resto, o sea 6,5 veces más. Sin rehabilitar el complejo ni mover una piedra. Ballester, por su parte, podrá derribar dos naves laterales y construir unas 320 viviendas, además de otro centenar en la plaza de América, donde demolerá un edificio municipal que ahora es suyo. En total, unos 200 millones de euros de beneficio -aprovechamiento residencial de 43.700 metros cuadrados de techo, más plazas de aparcamiento-, según el cálculo del grupo municipal socialista, y unos 250, según las cifras de EU-L'Entesa. Unas ganancias que triplican la inversión de Ballester de 74,2 millones de euros en la operación.
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