Manuel Álvarez está resignado. Sabe que no puede hacer mucho. El BOE acaba de publicar que el Ministerio de Medio Ambiente expropiará forzosamente la finca sobre la que se asienta su cámping en Candás. Y sabe que será indemnizado, pero que la perderá. "La vida es así", dice paseando por Perán, en la costa asturiana. El cámping Perlora está en un sitio privilegiado: una península de 12.000 metros cuadrados en el Cantábrico. El sitio es tan bello que ha sido el primero elegido por Medio Ambiente para aumentar la propiedad estatal en la costa y frenar la urbanización. Como él, otras 50 personas perderán sus fincas en un programa pionero de Medio Ambiente para blindar la costa ante el avance de las grúas.
"Yo veo que en algunas partes florecen los hoteles y las piscinas junto al mar y a mí me quitan esto. Aquí traía yo el ganado de mi padre cuando era pequeño. Entonces no valía nada. Y ahora que vale me lo expropian", explica tranquilamente Manuel, conocido como Lito, de 69 años, nariz de boxeador, pelo hacia atrás, jubilado. Bajo la lluvia se ve la playa de Candás.
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