Así ha quedado el rey hispano del amarillismo informativo, el gran Pedrojo, después de que EL PAÍS publicase el miércoles día 13 de septiembre la famosa conversación de Trashorras con sus padres. Desde ese fatídico día (para Pedrojo), nuestro infatigable paladín de la verdad no revelada lleva rabiando 5 días 5 sin parar (y lo que te rondaré, morena) y sin dar descanso a sus lectores, convirtiéndoles en absurdos partícipes de sus particulares odios, rencores y fobias. El respeto que le merecen a Pedrojo sus lectores es este: ninguno. En vez de informarles de lo que realmente pasa, les mete en su particular y delirante mundo (El Mundo de Pedrojo).
A Pedrojo le ha sentado muy mal el contrataque de su eterno enemigo periodístico. A Pedrojo le gustaría estar dando por culo (utilizando una metáfora sexual, que son muy "visuales" y agradecidas) y que le rematasen la faena chupándosela, y, querido Pedrojo, a eso no está dispuesto todo el mundo. A Pedrojo le joden las contrariedades y que le pongan en solfa. ¡Cuidado!, él sí puede hacerlo, pero no los demás. El virginal Pedrojo se siente violado porque no le dejen hacer sin chistar. Pedrojo puede estar dando por culo más de dos años pero ¡ay! si protestas, la ira de la vedette transformista y asustaviejas del periodismo amarillista caerá sobre tí. Ya no le filtran desde Moncloa a él la información, ¡cómo es posible tamaña afrenta!.
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