lunes, septiembre 18, 2006

Abrazos para la memoria ignorada

Parece difícil negar el hecho de que la ley para la recuperación de la Memoria Histórica ha quedado en poco más que una pegatina en la solapa del gobierno. Un gesto insuficiente para las víctimas y excesivamente condescendiente con los agresores (quienes, por cierto, aún no han percibido ni una décima parte de su hedor y ni ésto son capaces de aceptar de buen grado). De nuevo esa búsqueda ciega de una templanza mal entendida y el centro en cualquier situación multiplica por dos la humillación.

Estoy leyendo una novela de Louise Erdrich. A cierta altura, un bisabuelo encuentra a su bisnieto.
El bisabuelo está completamente chocho (sus pensamientos tienen el color del agua) y sonríe con la misma beatífica sonrisa de su bisnieto recién nacido. El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El bisnieto es feliz porque no tiene, todavía, ninguna memoria.
He aquí, pienso, la felicidad perfecta. Yo no la quiero
Eduardo Galeano. 'La desmemoria/1′, de El libro de los abrazos


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