jueves, noviembre 09, 2006

¡OH, CORRUPCIÓN!

Lluís Ronda (Dénia)






¡Que tristeza hay en mi corazón!, desengañado y mohíno late ante la frívola verborrea de esos ilustres zorros duchos en picardías políticas....¡cuanta corrupción comienza a abrir las puertas de cárceles hasta ahora insipientes!, ¡pronto se convertirán en escuelas de candidatos!, ¡y habrá muchos!.





¡Oh, ideología!, ¿qué ha sido de ti?, ¿de aquellos alegatos vinculados al orden moral, ético y social que incidían directamente en los quehaceres políticos en nombre del progreso y la idea del bien, del bien común y de la calidad de vida?, ¿qué han sido de ellos?.






¡Oh, filosofía, génesis conceptual de toda ideología!...¡qué descrédito!.





¡Oh, democracia!, ¿como consientes matricular el latrocinio en tu Liceo?, ¡hay que expulsar su director!. Sin buena educación no hay sabiduría y sin sabiduría no es posible el juzgar rectamente las cosas, confundiendo lo despreciable con lo loable y lo digno de vituperio con lo merecedor de alabanza. Tal confusión es propia de individuos que no se respetan ni a sí mismos porque no se avergüenzan ni de sus propios actos deleznables e indignos. Solo cuando la naturaleza es dúctil, debe ésta adquirir disciplina y sapiencia para poder forjarse en la integridad que reclama la democracia. Solo de esta manera llegará la democracia al fondo de nuestro espíritu. ¡Oh, fracaso escolar!, ¡que futuro nos espera!.





La avidez de dinero, de poder, transmuta a las personas en ogros usureros que pervierten a los cándidos y a los perspicaces, a tontos y a listos, aquellos haciendo honor a su condición, y éstos, degradándola. Qué duro es convivir con semejantes disolutos y sentirte impotente ante una oligarquía vestida con traje de ley hecha a su medida....qué orondos van éstos por las calles de la igualdad y del derecho clamado: ¡viva la democracia!.





Sí, esos licenciados en hipocresía y falsedad, esos expertos en gestiones que arruinan y devastan nuestro territorio convirtiendo este mundo cual comedor de sus propias casas, sinvergüenzas que transforman en virtual benevolencia la sinrazón que nace de las proposiciones de sus henchidos bolsillos.





Quizás, sobre asnales oídos recaiga gran parte de este procurado libertinaje, por haber cometido el pecado de creer en palabras y no en significados que acarrean hechos y consecuencias. Alerta, así pues, con los arquitectos de la palabra, porque, hábiles y astutos, tienen capacidad para convertir los problemas reales en soluciones utópicas utilizando el don de la oratoria sin que advirtamos encubiertos mensajes encriptados y repletos de intereses personales.





Pero, por fin, las cárceles se deleitarán oyendo mítines atiplados con la retórica de la desvergüenza y la ordinariez, allí, los genios del dicterio, ridiculizarán, ¡Oh, Aristófanes!, la democracia a través de sus abogados. Pero, la ley no volverá a equivocarse, ya pasó por ese trance, como pasaron “Las nubes” sobre Sócrates.





¡Oh, corrupción, que en el infierno quemen sus directivos y su afición!.





Visto en E-Valencia

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