Chelo Ferrer y su marido Stephen Woods adquirieron hace un año una parcela de 1.800 metros cuadrados con una pequeña vivienda en el Molló de la Creu, en el distrito de Marxuquera de Gandia. El terreno estaba incluido en el controvertido plan de reparcelación y urbanización que el Ayuntamiento de la capital de La Safor aprobó en agosto de 2002. Este proyecto pretende dotar a esta zona residencial de los servicios mínimos como agua potable, alumbrado, alcantarillado e infraestructuras viarias.
Cuando este matrimonio, padres de dos pequeños de 4 y 6 años, se planteó la compra se informó del proyecto urbanístico y de cómo iba a afectar a los terrenos que pretendían adquirir. Tenían que ceder 800 metros cuadrados de parcela para zona verde, pero el problema llegó cuando comprobaron que la nueva calzada de acceso a la calle programada por el Ayuntamiento pasaba de los 3,5 metros de ancho, que tiene en la actualidad, a ocho metros, con aceras a ambos lados, y atravesaba directamente una parte de la vivienda, un metro muro adentro que afectaba a una de las habitaciones y parte del salón. "Pensamos que era un error técnico, y hablé personalmente con el alcalde (el socialista José Manuel Orengo), quien no le dio importancia alguna y me aseguró que la casa no se vería afectada", dice Chelo Ferrer.
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